Shoukei Matsumoto es el nuevo mentor japonés del orden. Aunque su libro fue escrito para entrenar a monjes budistas como él, sus enseñanzas están revolucionado el mundo de la limpieza en casa.
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Marie Kondo nos enseñó que mantener el orden en la casa es un camino para alcanzar la felicidad, pero ahora este monje budista (best-seller en Japón) va un paso más allá: nos asegura que limpiar y ordenar el espacio en el que vivimos es una forma de terapia que puede ayudarnos a llevar una vida más tranquila y presente, fortaleciendo nuestras relaciones con nuestros objetos y con los demás. Su nombre es Shoukei Matsumoto y su libro se titula A Monk’s Guide to a Clean House and Mind.
Lo importante para Matsumoto no es solo limpiar y ordenar el espacio que habitamos, sino ser consciente de que lo estamos haciendo y abstraernos, mientras tanto, de cualquier otra cosa que no tenga que ver con esa tarea. Se trata de aprovechar los momentos en los que nos paramos a limpiar para contemplar y meditar. Focalizando en cada tarea, estando presentes en el momento y siendo concientes de lo que hacemos, generamos un momento íntimo y de reflexion personal. A su vez, Matsumoto asegura que llevar a cabo estas tareas de a dos, o en grupo, genera vínculos fuertes entre las personas.
En palabras del propio Matsumoto, “Barremos el polvo para eliminar nuestros deseos mundanos. Limpiamos la suciedad para liberarnos de las cargas. Vivimos de forma sencilla y nos tomamos el tiempo para contemplar el yo, viviendo a conciencia en cada momento. No son solo los monjes los que necesitan vivir de esta manera. Todos en un mundo tan ocupado como el de hoy tienen que hacerlo.”
Tan antiguos y tan modernos a la vez, los monjes zen conviven en absoluta paz, en perfecta armonía con su hogar, donde además viven con lo mínimo desde hace siglos. Sobre este último punto Matsumoto dice, «Considera si realmente necesitas algo antes de comprarlo. Considera también si puedes vivir de manera confortable sin ello. Tener menos posesiones en casa hará la limpieza mucho más sencilla. Donde no hay nada, está todo.»